En la planta del polígono de Landaben, en Pamplona, todo se sabe desde el principio: una de las claves de la digitalización del proceso, fundamental en la industria 4.0,
se esconde en el chasis del futuro vehículo, en el hueco donde después
irá la rueda trasera derecha. Una etiqueta con un código de barras (se
llama RFID) resume el ADN del modelo. “En esa pegatina blanca está toda
la información: si el coche es de tres o de cinco puertas, si el motor
es uno u otro, el tipo de tapicería… En cada módulo de trabajo una
antena lee la etiqueta y los robots saben al instante qué vehículo están
fabricando, de modo que pueden elegir el programa concreto. A esa
etiqueta, además, podemos añadirle información, así que indicará en todo
momento en qué punto de la fabricación está el coche”, resume el
gerente de Chapistería, Juan Fernández