El concepto fue acuñado por el cuarto rey de la dinastía actual, Jigme Senge Wangchuk, en la década de los 70. Fue él, artífice del Bután moderno que hoy conocemos, quien proclamó que en un país como el suyo, aislado entre montañas, cerrado a los extranjeros hasta 1974, profundamente agrícola y rural, el concepto de PIB (producto interior bruto) occidental no tenía sentido. Que él y su gobierno lucharían por incrementar la felicidad de sus súbditos por lo que decretaba instaurado el índice de Felicidad Nacional Bruta.
En contra de lo que muchos creen -y otros muchos han escrito erróneamente-, no se trata de ningún índice oficial ni un patrón mensurable ni va más allá de un concepto. No es el índice de bienestar que publica anualmente la OCDE. Es una forma de buen gobierno que tiene su máxima expresión en la Comisión de la Felicidad Nacional Bruta, un organismo del gobierno butanés que vela porque todas las leyes, acciones e inversiones de la administración pública estén encaminadas a aumentar la felicidad de los súbditos. ¡Casi nada!
¿Cómo se materializa este concepto? De una manera tan sencilla como poco común en el resto del mundo: gobernando pensando en los ciudadanos. Los butaneses tienen gratis el agua, la electricidad, la educación, la sanidad… cuentan con buenas carreteras, puentes, presas y diques, instituciones que funcionan, una democracia estable… ¡Hasta las semillas que plantan los agricultores (el 90% de la población vive de la agricultura y la ganadería) las proporciona gratuitamente el gobierno, que se encarga de mejorarlas cada año para aumentar la producción nacional!.
Comparativa datos macro de Bután
Comparativa datos macro de Bután