“Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está cerca”
Don Quijote de la Mancha

lunes, 7 de enero de 2013

Artículo de Actibva, sobre los fraudes más extendidos en 2012 en Internet
La tecnología facilita nuestra vida de múltiples formas, pero también puede representar un riesgo al introducir nuevas fórmulas de fraude capaces de aprovecharse de nuestro desconocimiento en la red.
Durante el año 2012 se han extendido algunos “cyberdelitos”, que también es bueno conocer de cara al próximo año con el fin de evitar ser víctimas de engaños, según lo difundido por la Policía Nacional.
Para luchar contra estas malas prácticas es recomendable contar con las medidas de seguridad básicas, como antivirus y sistemas operativos actualizados o cortafuegos, pero ante todo hay que hacer un uso racional de las herramientas e informarnos ante cualquier sospecha.
Multas falsas
Durante el último año ha aumentado una práctica delictiva consistente en hacer pensar al navegante que han cometido un delito relacionado con la propiedad intelectual o con la posesión de pornografía infantil.
Para ello, la víctima es infectada con un virus normalmente difundido mediante redes de intercambios de archivos, pero también en forma de enlaces acortados para evitar observar el verdadero destino del mismo, y que son emitidos mediante “bots” en las diversas redes sociales o mediante e-mail.
Una vez introducido, el virus ralentiza el ordenador y el usuario observa una comunicación realizada supuestamente por la Policía Nacional, la SGAE o la AEPD solicitando el pago de una multa, que por supuesto no corresponde a ninguno de estos organismos y que tampoco resolverá los problemas de rendimiento de la computadora.
Por supuesto, toda este procedimiento no es propio de estos organismos y en ningún caso se nos podría exigir el pago mediante un sistema no rastreable. Ante dudas, consulte con la entidad en cuyo nombre se ha enviado la comunicación.
SMS Premium
Otra de las prácticas que han seguido desarrollándose durante este año, son aquellas que dirigen al usuario a mandar un SMS a un servicio de suscripción o a realizar llamadas a números de alta tarifación.
Para lograrlo, se envían correos informando de falsos premios, o SMS informando sobre un paquete (inexistente) que no ha sido retirado o llamadas perdidas de personas desconocidas sin saldo. También se nos puede comunicar una persona desea quedar con nosotros con intenciones “lúdico-festivas”, siendo algo que por supuesto nunca tendrá lugar aunque respondamos.
Falsas ofertas de trabajo
El problema de empleo de nuestro país tampoco pasa por alto para los timadores, que pueden publicar falsas ofertas de empleo, indicando a los interesados que deben pagar un curso previo a la realización del mismo, o que deben informarse en números de alta tarifación.
Para lograrlo suelen ofrecer alta remuneración, indicando que actúan en nombre de una empresa líder de mercado, o incluso de una extranjera que busca mano de obra en nuestro país.
Las redes sociales, un campo de batalla
La fuerte implantación de las redes sociales lo convierten en el nuevo terreno de juego de los ciberdelitos y debemos actuar con especial cuidado al otorgar permisos a aplicaciones de terceros o a proporcionar información personal mediante estas plataformas.
Aunque Facebook y otras páginas luchan constantemente por evitar las malas prácticas, los usuarios deben actuar con sentido común y desconfiar de aplicaciones que aseguran permitirnos ver quién visita nuestro perfil o cualquier otra función no permitida por la plataforma en la que nos encontremos.
En Twitter, por ejemplo, se lanzan mensajes como “Descubre quién te dejó seguir” o “Aumenta tu número de seguidores”, dirigidos a enlaces que lo que hacen realmente es acceder a nuestra contraseña para enviar tweets en nuestro nombre, difundiendo virus o publicidad.
En cualquiera de los casos, debemos actuar con el mejor de los antivirus: “el sentido común” y recordar aquel dicho que decía que nadie vende duros a cuatro pesetas.