“Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está cerca”
Don Quijote de la Mancha

lunes, 1 de mayo de 2017

Tributo catalán a las bebidas azucaradas



Comprar un refresco en Cataluña será más caro a partir de este 1 de mayo.

El incremento de precios de las bebidas se situará entre un 5% y un 20%, en función del tamaño de los envases y la cantidad de azúcar que lleven. La lata de Coca-Cola de 33 centilitros que costaba 58 céntimos este jueves en un supermercado del centro de Barcelona pasará a valer 65 céntimos desde el 1 de mayo, y la botella de dos litros se encarecerá desde los 1,43 a los 1,67 euros.
El motivo es que la Coca-Cola estándar tiene 10,6 gramos de azúcar por cada 100 mililitros, por encima de los ocho gramos que marca el nuevo gravamen. Las versiones light y zero mantendrán precios al no llevar azúcar. La lata de Nestea, al tener menos de ocho gramos de azúcar por cada 100 mililitros, será solo tres céntimos más cara.
El nuevo impuesto gravará productos populares como la Pepsi o la Fanta, pero también los zumos de frutas azucaradas, las bebidas que se comercializan para tomar después de hacer deporte, las energéticas, las leches endulzadas y el té y el café con edulcorantes. Ni las empresas productoras, ni las distribuidoras ni los comercios tienen vías para evitar el incremento en los precios de los refrescos, pues el Govern obliga a repercutir el impuesto en el consumidor final.
El impuesto al azúcar está impulsado, entre otros, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que las dietas ricas en azúcar son uno de los factures que influyen en el desarrollo de enfermedades del corazón, obesidad y diabetes
Y es que patronales alimentarias, agricultores y transportistas se han mostrado en todo momento contrarias a esta tasa. Coca-Cola llegó a  suspender una inversión millonaria en Portugal después de que sus presupuestos incluyeran un impuesto a los refrescos.